Rehabilitación de una Fractura

16 enero, 2017Cirugía y Circulación

En este artículo vamos a hablar en líneas generales acerca del proceso de rehabilitación que el paciente debe hacer tras haber sufrido una fractura. Lo primero, ¿Qué es una fractura?

Una fractura se puede definir como la pérdida de continuidad de un hueso debido a haber sufrido un traumatismo directo o indirecto mecánico, causando lesión en el propio hueso y pudiendo causar lesión también en las estructuras cercanas (vasos sanguíneos, músculos, nervios, piel, etc).

También se deben mencionar los tipos de fracturas óseas existentes, ya que según el tipo de fractura, la localización y las características anatómicas del hueso, las pautas de rehabilitación pueden cambiar:

Fractura oblicua: en ángulo con el eje del hueso
Conminuta: fractura en numerosos fragmentos
Espiral: fractura rodeando al hueso
Compuesta o abierta: fractura que rompe y traspasa la piel

En líneas generales, las pautas y bases de de rehabilitación y recuperación tras sufrir una fractura se pueden mencionar en 3 bloques:

Reducción: el especialista procederá a acortar la distancia o acercar los segmentos óseos para favorecer la posterior generación de callo óseo.
Inmovilización: el especialista dejará los segmentos óseos inmóviles y alienados para la generación de callo óseo. Este procedimiento puede hacerse mediante tratamiento conservador o quirúrgico (osteosíntesis)
Recuperación: en este bloque es donde reside la mayor parte el papel del fisioterapeuta. En esta fase, el objetivo del fisioterapeuta no va a ser el tratamiento del foco de la lesión, sino los siguientes:

Favorecer la consolidación: mediante la utilización de medios físicos como pueden ser la magnetoterapia.
Tratar la afectación de las partes blandas: el edema, como respuesta inflamatoria tras la fractura, y la hemorragia son los primeros y principales síntomas a controlar por el fisiotereuta, ya que en conjunto generan una fibrosis que tiende a formar adherencias. Por lo tanto resulta muy importante favorecer en estos estadíos el riego sanguíneo para que se lleve todas estas sustancias creadoras de inflamación y adherencias. Todo ello se realizará por parte del fisioterapueta mediante técnicas de drenaje, movilizaciones en zonas adyacentes (mientras la fractura no esté consolidada) al foco de la fractura y la elevación del miembro fracturado para favorecer el drenaje.
3. Disminuir los efectos de la inmovilización: también se genera una afectación muscular en forma de atrofia durante esta etapa. Por lo tanto, resulta de vital importancia en esta fase realizar ejercicios de potenciación muscular de forma isométrica de la musculatura perjudicada y ejercicios activos de la musculatura del resto del cuerpo. Una buena opción para esta fase de entrenamiento es el uso de electroestimulación. También es necesario trabajar la cicatriz fibrosa y el trabajo a nivel fascial para evitar acortamientos musculares. Todo esto se abordará mediante técnicas de elongación. No hay que olvidarse de las estructuras cercanas a la fractura, como pueden ser los ligamentos, la cápsula y la membrana sinovial, pudiendo causar fuertes retracciones y adherencias. El cartílago articular va a sufrir también alteraciones ya que va a recibir menos nutrientes al no haber movimiento. Hay que mencionar también una alteración de la propiocepción, ya que durante esta fase, todos nuestros receptores envían menor información a nuestro sistema nervioso central, por lo tanto, el trabajo a nivel propioceptivo y de movilidad articular por parte del fisioterapeuta resulta vital.

En resumen, después de un periodo de inmovilización el el abordaje fisioterapéutico va a ser encaminado a: la atrofia muscular, la rigidez articular, la pérdida de propioceptividad, el edema y el dolor.

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